Desde este inicio reconozco que me siento orgulloso, privilegiado y agradecido por pertenecer a una familia que tiene una tradición centenaria dentro del arte y el perfume y porque además siempre hemos sido una familia con hábitos docentes, justamente la intención de esta primera reflexión.
Siento una necesidad y un gran deseo de deliberar sobre el fenómeno del perfume, donde llevo muchos años madurando y del que ilustradamente tan poco se conoce.
Llegan unas fechas en las que el perfume adquiere un gran protagonismo, es el momento de evaluar y escoger un nuevo olor que va a convivir con uno mismo o con otras personas a la que se lo vamos a obsequiar. Pero ¿con que criterio actuamos? ¿sabemos exactamente lo que estamos buscando? Vayamos por partes:
El olor ¿por qué? y ¿para qué existe?… ¡para identificar y comunicar! Las flores huelen para ser identificadas (una rosa) y para atraer insectos para polinizarse (seducir para procrear). Así, de forma básica, podríamos entender porque existe el olor. ¿Y el perfume?… el perfume es una manipulación humana de ingredientes olorosos con el mismo objetivo: identificar y comunicar, pero además el perfume es prácticamente el único responsable de nuestra imagen olfativa, aquella que va por delante nuestro y se queda cuando partimos. Nuestro pobre e ineducado sentido del olfato no es capaz, como cualquier animal con olfato, de reconocer y diferenciar un olor humano, pero sí que es capaz de reconocer un perfume! De ahí su trascendencia.
Por lo tanto mi primera sugerencia sería pensar que evaluar y escoger un perfume, es en realidad evaluar y escoger una imagen olfativa para poder jugar con ella, al igual que escogemos una imagen estética visual y jugamos con ella. Los ingredientes visuales son el peinado, maquillaje, color y las prendas de vestir. Los olfativos son olores a flores, maderas, especias, resinas, raíces frutos etc., todos los ingredientes que componen el perfume, pero sobre todo los valores que representan y que definen su actitud. Ser consciente de ello para tenerlo en cuenta en el momento de perfumarse, que no es simplemente echarse un perfume encima. El perfume no es un accesorio más, como recientemente nos ha querido hacer creer la industria de la moda, es algo mucho más trascendente, intelectual y profundo. El perfume con su olor identifica con una imagen personal única… la vuestra!
Hay que tener en cuenta que para un perfumista o un comunicador del olor como yo, es muy decepcionante que no se llegue a entender la intencionalidad de su obra. Es la razón de ser, no solo es la historia que hay detrás, el nombre o el color, pensar que lo más importante son los valores y la actitud que ha querido trasmitir con la combinación de sus ingredientes. El perfume es ante todo comunicación. y por ello es importante descifrar su mensaje! ¿Cómo? A través de los tres pilares que yo utilizo normalmente para aprender el lenguaje del olor: primero, en la naturaleza está todo! Hay que observarla y aprender de ella, de cómo los diferentes olores identifican sus botánicos y trasmiten sus propiedades. Segundo, la cultura en general y en particular la del olor, que se ha ido construyendo a lo largo de los siglos, en las diferentes civilizaciones, con su significado, su aplicación en los ritos y posteriormente en los perfumes. Y tercero, aprender de la experiencia que los maestros perfumistas han extraído en su trabajo con los valores de los ingredientes, que son los que finalmente, combinados en la buena proporción, los que clarifican el mensaje del perfume. Mi sugerencia en este apartado sería contar en todo momento con la complicidad del profesional.
Si nos desenvolvemos dentro del lenguaje del olor, iremos más allá de un simple “me gusta o no me gusta” que solo nos sirve a un nivel muy superficial. Por supuesto que el perfume nos ha de gustar!, pero ha de ser también adecuado para nuestro fin.
“Me gusta o no me gusta” es insuficiente. Debemos pensar “me conviene o no me conviene” “me define o no me define”. Lo mismo sucede con expresiones como “buen o mal perfume”. No existen los buenos o malos perfumes . Hay perfumes bien o mal llevados . ¿Qué significa esto? El olor del perfume es un difusor de cualidades esenciales, que se suma al momento, actitud y estética de la imagen visual, pero si éste comunica algo que se contradice con lo que tú trasmites con tus gestos, palabras, imagen o estética. se crea una discordancia. Significa que el perfume no estará ni bien maridado ni bien llevado.
¿Deberíamos aprender sobre cómo comunicar a través del olor? ¡Yo creo que sí!… Pero ¿es la perfumería un arte? ¿O el arte es saber comunicar a través del olor?
El perfume ha sido imaginado, compuesto y firmado en plena libertad por el perfumista, habiendo éste combinando distintos ingredientes para construirlo. Sin duda este acto de composición es un arte, un producto creado por el ser humano, un acto de artesanía, originalidad, comunicación y estética, a través de un oficio de muchos siglos de historia.
Pero un perfume en el interior de un frasco precioso es solo un líquido sin vida. Empieza a existir en el momento en el que empiezan a fluir sus diferentes notas: cítricas frescas y lúcidas, silvestres naturales y aventureras, marinas enérgicas y audaces, aromáticas relajantes y confortables, especiadas excitantes y valientes, florales seductoras y elegantes, amaderadas protectoras y flexibles, balsámicas solemnes y suntuosas, dulces mágicas y delicadas, animales sensuales y eficaces, raíces estables y seguras, cuero poderoso y firme, ámbar noble y generoso…por eso creo que el verdadero arte está en saber comunicar a través del perfume.
Soy muy consciente de que sugerir todo esto, complica bastante el proceso de evaluación y selección, pero para perfumarse bien. es importante descifrar el lenguaje del perfume, captar su mensaje para construir una imagen olfativa, transmitir actitud, estética, lo que realmente sientes y necesitas en cada momento y situación. Porque soy lo que es mi perfume y mi perfume es lo que soy.
[Artículo publicado en la Revista Regia Navidad 2018 por Ramon Monegal]
